Dicen que al que madruga Dios le ayuda, y por eso, debe ser que los amaneceres son tan espectaculares. Salir de casa en plena noche, llegar aun penumbra al lugar previsto, y ver como el negro del cielo empieza a cambiar a tonos azulados, y finalmente deja paso a los tonos dorados.
Estas fotografías están tomadas en el mirador de Xilxes (Castellón), en una fría mañana de invierno.
Amanecer desde el mirador de Xilxes